Algo fue repetido hasta el hartazgo y por suerte no tengo la responsabilidad de ahondar en ello: durante la pandemia, el cine como lo conocíamos se puso en suspenso, se encendieron los monitores y proyectores hogareños y consumimos, algunxs más que otrxs, películas a patadas. Por mi parte, hace varios meses llevo un diario de películas (a la vieja usanza, en cuaderno) en el que trato de escribir algunas líneas sobre cada una de las películas que vi. Ejercicio inútil e improductivo que me causa placer y recomiendo por dos motivos: plasmar sensaciones e ideas inmediatas a las que el día de mañana podemos volver cuando la memoria falle (además de a los propios títulos de las películas, que tendemos a olvidar) y hacerse de un espacio-tiempo por fuera del exhibicionismo permanente de las redes sociales. A continuación, algunas entradas de él.